miércoles, 20 de julio de 2016

Agosto, mes del thriller

MES TEMÁTICO. THRILLER

Este año me está siendo muy caótico en lecturas y momentos. He leído poco de lo que solía y he descubierto nuevas lecturas.
Ahora mismo creo que voy a volver a un género que me apasiona y es el thriller, y por eso no me ha hecho falta que nadie me forzase a apuntarme como una loca al Mes temático que organiza Laky en su blog Libros que hay que leer
Seguro que cae más de uno, aunque tal como ando, no puedo asegurarlo.
Aquí iré poniendo los enlaces correspondientes.





Saludos y a leer.

domingo, 17 de julio de 2016

¿CADA CUANTO HAY QUE ECHAR A LAVAR UN PIJAMA? de Luis Piedrahita


Título: ¿Cada cuanto hay que echar a lavar un pijama?

Autor: Luis Piedrahita

Editorial: Punto de lectura

Edición: Tapa blanda, 2006

Colección: Humor

Nº de páginas: 224 

ISBN: 9788466310390

Género: Humor, monólogos



Autor

Luis Piedrahita (A Coruña, 1977), guionista, escritor y humorista que empezó escribiendo teatro, donde, en colaboración, estrenó las obras 5hombres.com, 5mujeres.com, La vida según San Francisco y Entre fuerte y flojo. En televisión ha sido guionista de El club de la comedia y del programa de Cruz y Raya. También ha colaborado en El Hormiguero y, en las dos últimas temporadas del programa de magia Nada x aquí, trabajó como director y guionista. Asimismo, continúa participando en el programa de radio No somos nadie. Hasta la fecha, ha publicado los libros Un cacahuete flotando en una piscina... ¿sigue siendo un fruto seco? (2005), ¿Cada cuánto hay que echar a lavar un pijama? (2006), Dios hizo el mundo en siete días... y se nota (2007) y ¿Por qué los mayores construyen los columpios siempre encima de un charco? (2010).

Sinopsis

¿Por qué los mayores construyen los columpios siempre encima de un charco? Imaginaos a los pobres Adán y Eva la primera vez que van al cuarto de baño, que no sabían nada, y al terminar se encuentran con el pastel… Eva, ¿me dejas tu hoja de parra? ¿Para qué la quieres? No, es que… creo que se me está saliendo el barro de dentro.
Todo el mundo sabe que las mochilas se inventaron para que a los niños, al salir del colegio, no se los lleve el viento. Como los niños pesan poco y tienen una imaginación eólica, o los lastras con Matemáticas y Física, o al salir del cole se vuelan, como María Sarmiento.

Opinión

Gracias a la iniciativa de Laky de Libros que hay que leer, que propuso el Mes de Julio como el Mes del humor, me intenté acercar a un par de libros que no me hicieron mucha gracia, y al final cogí uno que tenía en la estantería proveniente de una librería de saldo y que intuía que no me iba a fallar y así ha sido.

Estamos de acuerdo en que no es un libro al uso, con su planteamiento nudo y desenlace, pero necesitaba algo que me hiciese reír, y con este libro me he reído a carcajadas. Tampoco me lo he leído del tirón. He ido leyendo poco a poco, gota a gota, partiéndome de la risa cada vez, porque Luis Piedrahita es capaz de hablar como nadie de cosas que tenemos ante nuestras narices todos los días y que no nos planteamos, y una vez que lo lees caes en la cuenta de que son esas pequeñas cosas cotidianas las que nos pasan a todos y que mirándolas con perspectiva te tronchas.

Como además lo hemos visto mil veces haciendo monólogos, era capaz de verlo literalmente, con su flequillo y sus gestos, diciéndomelos al oído.

Lo ha dividido en distintas partes: Cosas del váter, Utensilios y cosas del hogar, Cosas de alimentación y cocina, Grandes inventos, etc.

Y puedo asegurar que todos me han hecho reír. Quizá a alguno le sobran un par de frases, pero esa acidez e ironía que deja caer son impagables.
Uno de los que más me llamó la atención es el que trata acerca de las cosas que se pueden robar en un hotel. Indescriptible.
Por no hablar del de las fechas de caducidad de los alimentos, o en el que define lo que es deporte o no.

No pasará a los anales de la historia, pero tengo que valorarlo como lo que es, un libro de monólogos que me ha hecho reír muchísimo, y que seguirá en mi estantería para momentos de bajón. Píldoras anti depresivas.


Hemos hablado de los desenredadores de cables, labor harto complicada, pero ¿y los enroscadores de bombillas? Esa sí que es una profesión dura. Imaginaos la cantidad de bombillas que tienen que enroscar esos héroes sociales anónimos. Imaginaos cómo deben acabar… Son los únicos señores del mundo que todos los años piden a los Reyes una muñeca nueva.



Saludos y a leer.